Cuenta la leyenda que
en la profundidad de la noche en los solitarios tramos del pueblo deambula
sobre el lomo de un caballo enorme y de color más oscuro que la noche un hombre
alto de aspecto elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta
corta, una camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala ancha.
Este hombre de aspecto
imponente y escalofriante no ignora a
aquellos que por su mala fortuna caminan después de las doce de la noche, tras
ellos los acompaña a paso lento sin mencionar palabra; algunos vecinos relatan
que han ofrecido amable conversación con él, preguntan sus intenciones y quién es, sin
embargo él se limita a sólo escuchar. Al acercarse el
amanecer, se marchará con tranco lento
por los senderos del pueblo.
Quienes han tenido
trato con él lo presienten el Diablo.
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